En la ciudad donde las lineas marcan el ritmo tronador de los cerros invicibles, edificios plateados, cupulas y mas cupulas donde copulan palomas inestables. Ellas se preguntan todo el tiempo algo que no podemos oir.
En el asbesto yace la morada del aguijon, que espera por la mordida fatal. En el vibrar interpretativo, en el telon viejo, en la mermita afectada, imposibilitada de contener sus lagrimas.
Contener la ciudad, donde la ciudad pretende contenerse a si misma con lineas rectas, paralelas, obtusas, oblicuas y enagenadas.
Sentados miramos el pasto. Y seguimos de cerca cada movimiento, porque todo nos interesa, cada palpito de sentido en cada brizna de pasto, cada bostezo, cada nube de harina, cada corcho golpeando el cielo razo, cada insulto, todo es sentido. Y tambien es resignificacion, lo que nos interesa, la risa que rompe la expresion, el gesto inconcluso, imperfecto, pero contenido, como la ciudad, por un sentido.
Un sentido que la ilustra, que la crea, que la vuelve interesante.
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