A cualquiera lo desvelaría espiar por la hendija de las puertas de lo imposible, de tanto en tanto en silencio, de noche cuando las cadenas de la razón se encuentran desatadas por el sueño. Y los ojos nos llevarían tan lejos, que si nos ponemos a pensar en ese instante fugaz, tratando de captar las imágenes con raciocinio, se acortarían las distancias brutalmente, se suicidarían explotando en electrones de silicio.
Si tuviéramos la llave, dijo alguien que no tiene de sombrero un aprendiz, en cambio el del bolsillo con subordinados le da la mano sucia para que haga con ella el truco del mago, le presta los pies de un changarin y el torso de un poeta para el acto final. Si tuviéramos la llave, dijo alguien que se para sobre las risas y baila sobre el gusto pisoteado, el que junta la sangre de los asientos llena botellas de plástico y las vende en la salida, arrímense, aprovechen; Beban en sabroso vértigo desde la herida su cultura desangrar. Si tuviéramos la llave, repitió alguien que en su pecho no encuentra consuelo mas que para uno, parafraseando a quien derramaba su cabeza sobre un plato sin siquiera aprender a usarlo, quien robo de un silencio tieso las frases de su tumba, quien a su vez la misma mirada había estafado ante los ojos de una canción. Si tuviéramos la llave, cantó la baguala que violo de un soplido al espíritu dentro de un diente de león; no podremos ver más, los ojos amplios quemados de luz, abiertos inminentes.
Cerramos hoy los ojos queriendo capturar en negro, desdibujar la negrura y delinear las imágenes bellas que tocamos con la vista, no sabemos pero la intriga nos captura por siempre, porque las imágenes ya no están allí, se suicidan explotando en electrones de silicio.
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