Solo esto. Sepan lo difícil que se me hace cada día llevar a cabo la reconstrucción de lo que parece ser un caos interminable y de proporciones interminables. nada más
Dia 26. mi corbata olia a rayos, me la meti en un bolsillo antes de entrar.
El pasillo es húmedo y oscuro, camino sigiloso con mi anotador en la mano, detrás de una puerta veo a uno de ellos, creo reconocer la silueta, estaba por decir algo pero cuando abrí la boca me interrumpió:
- vas a pasar? o te vas quedar mirando?
Una botella sin etiqueta rodó hacia mi, golpeándome los tobillos. Prometí a mi mismo no perder la calma y pase al cuarto por entre los cables de dos flippers tildados.
- Tomate un trago. dijo
- vengo por nuevo material para el blog del grupo...
El estaba de frente a mi pero me miraba a través de una pecera, así que no reconocía cual de ellos era.
Podemos seguir de donde habíamos quedado, dije, la función en la escuela de Rionegro.
- Claro lo recuerdo, había una profesora que desconfiaba de nosotros, lo podía ver claramente detrás de sus lentes espejados, la mirada de quien confío trágicamente alguna vez. Recuerdo que nuestro guía se la quería levantar, o seducir si quieres que suene bonito, tendrías que haberlo visto intentarlos tan explícitamente adelante de nosotros, era casi horrible.
El se paró para tirarles cenizas de un cigarrillo a los peces que hambrientos la comían.
- Desde que llegue les enseñe a todos a sobrevivir con lo que es brindado por el destino, ves como comen sin titubeos, ellos saben que si apenas piensan en dejar caer una ceniza al fondo, yo lo voy a saber porque nunca dejo de mirarlos. Y de ser así rompería el cristal, simplemente para verlos buscar esa segunda mano del destino que nunca llegara. Por que si algo aprendí muchacho, es que el destino esta para que lo tomes, porque es él quien es libre no tu, no puedes simplemente llamarlo cuando quieras, o mucho peor llamarlo cuando alguna vez le has negado tu servidumbre.
Le pedi con buen animo si podiamos continuar el relato desde el momento de su funcion en Rendon Bravo, pero comenzo a comer un gran alfajor negro. Lo vi pararse con la boca sucia, pero no era uno de ellos, no era un maxi, ni un javier, ni un marcos y ni un fito, era otro maxi, otro javier, otro flaco, otro fito. Ya no era la misma persona.
Me quede perplejo viendo como se volvia el rostro al que habia visto hacia dias atras, en un segundo.
Cuando sacudía mi flequillo recibí un golpe en la frente con algún objeto que no conozco. Luego gritos en un idioma que no podía percibir me sacaron del lugar. El sol pegaba en la vereda, de pie adelante de mi auto con mi camisa manchada de sangre, sangre azul. Esa persona junto a la pecera había reventado mi lapicera preferida.
Periodista imperpetuo.
Periodista imperpetuo.