Finalmente la hora pactada termino con la espera. De pronto y casi irreversiblemente, nos vimos frente a un montruo verde de interminables vagones, sabiamos que en cualquier momento nos entregaria a la suerte de nuestro viaje. Varios minutos pasoron frente nuestro, la carga de nuestros bolsos amenazaba cada segundo con agigantar su volumen y pesar aun mas, o es lo que parecia percivirse. Asi que en la encrucijada del deber fortuito, procuramos lavar cualquier tipo de dramatismo esoterico y bailamos al ritmo de la espera, al asombro de no menos de una persona, las danzas tribales de la libertad.
Ese dia, fue el dia en que empezamos a subir y en que nuestra estabilidad saludable aun no conocia sobre las jugarretas que nos deparaba el destino...
ya explicaré las nuevas aventuras y el diario de viaje per se, mas adelante
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